Foto: Corredor de montaña lesionado en Haría Extreme / Copy: Org. Haría Extreme

El Dr. Manuel Villanueva nos explica con rigurosidad los entresijos de este extendido mal del corredor.

Está considerado como uno de los mejores traumatólogos de España en rodilla y cadera, y también es corredor. Dirige la Clínica Avanfi, en Madrid, y por ella pasan a diario personas de a pie y deportistas. La razón: pocos se libran alguna vez de la maldición de las lesiones.

Ni la edad, ni el sexo, ni el tipo de afición de deportiva son un seguro contra las que ya se conocen como la ‘epidemia silenciosa de los deportistas’. Hablamos de las lesiones musculares.

Estas son una de las patologías más frecuentes en Traumatología deportiva. Entre un 25% y un 30% de los deportistas de alto rendimiento las padecen en algún momento a lo largo de su vida. Basta sólo un ejemplo: a lo largo de una temporada, un equipo profesional de fútbol sufre una media de 20 lesiones musculares.

El Dr. Manuel Villanueva entre ecógrafos / Copy: Manuel Villanueva

Lesionarse suele ser mucho más común entre los corredores de montaña, ultrafondistas o maratonianos más inexpertos, con baja preparación o mal equipamiento deportivo. Pero en realidad, las tan temidas lesiones musculares se deben a dos tipos de causas: las intrínsecas, propias del deportista, o las extrínsecas.

¿Cuáles son estas causas?

Entre las primeras, las más frecuentes son: el sobreentrenamiento, los típicos apretados calendarios en deportistas de elite y populares muy fanáticos, la inadecuada alimentación y el poco descanso, la pérdida de líquidos y sales, las lesiones previas que hayan dejado una fibrosis cicatricial, alteraciones biomecánicas o de la pisada -en el caso del soleo se ha implicado un exceso de talonamiento en la pisada-, o un bloqueo de la articulación subastragalina, bien podrían representar a estas causas propias del corredor.
Las de origen extrínseco son las que se generan normalmente en deportes de equipo y en las disciplinas que necesitan de un ‘terreno de juego’, sobre todo cuando este no está en buenas condiciones.

Las lesiones más populares en los ‘runners’

Entre los ‘runners’, las lesiones musculares constituyen una amenaza que se suma a otras muy frecuentes. Entre estas las que más destacan son: la fascitis plantar, la tendinitis rotuliana y aquílea, la periostitis tibial o el síndrome de sobrecarga o estrés tibial, el síndrome de la cintilla o del corredor, la condromalacia rotuliana, las fracturas de estrés de los metatarsianos y las roturas musculares, de isquiotibiales o de soleos y gemelos.


¿Te suenan estás otras lesiones?

Inflamación muscular de comienzo retardado –IMCR-: por sí sola no es una lesión, pero es un dolor que no aparece durante la actividad deportiva, sino entre 24 y 72 horas después de un ejercicio intenso o desacostumbrado. Puede afectar sólo a un músculo o a un grupo muscular. El dolor suele ser más intenso en la porción musculotendinosa, es decir, en la zona de transición entre músculo y tendón.
Calambre: es una contracción muscular involuntaria, intensa y dolorosa de varios grupos de fibras. Aparece como consecuencia de un sobreesfuerzo, ya sea porque el ejercicio era de una intensidad muy alta para ese músculo, o porque se reinicia la actividad deportiva luego de un periodo de descanso o de una lesión. Suele ser de duración corta, unos cuantos segundos o un par de minutos. Un ejemplo típico se da en los músculos de la pantorrilla – gemelos y sóleos-, donde la persona sufre un terrible dolor –‘un calambre’- pero desaparece al poco tiempo. Suele aparecer al inicio y al final de la de la práctica deportiva. Al principio porque el músculo no está bien caliente y al final por fatiga y deshidratación.

Contractura: es un aumento en el tono de un grupo de fibras musculares. Aparece una molestia muscular manifiesta, sin trauma directo, con dolor a la palpación y disfunción a la contracción tras la realización de actividades deportivas. Puede doler parte o la totalidad del músculo afectado tanto en reposo como en la elongación. Aparece de forma súbita y se mantiene varios días. El corredor tiene como una ‘bola o un nudo’ y al tacto siente como ‘un salto’ en el músculo. Existe una limitación en la función del músculo. Puede ser leve, moderada o severa, dependiendo del número de fascículos afectados.

Distensión: corresponde a un sobreestiramiento del músculo pero sin llegar a dañarse o romperse, aunque le sigue un proceso de inflamación que genera dolor. Es el famoso ‘tirón’ que se produce principalmente en músculos llevados al límite de sus posibilidades de elongación. Es difícil de determinar el punto exacto de dolor, que suele ser difuso, por lo que la localización exacta de la lesión se hace con exámenes complementarios -ecografía o Resonancia magnética-. Pueden hallarse distensión en algunas fibras con integridad muscular y de las fascias aunque también es posible encontrar pequeñas lesiones fibrilares. Un ejemplo típico es el caso de los velocistas, como hemos visto en los últimos años, incluso en finales olímpicas o de los campeonatos del mundo. En estos la contracción explosiva del cuadriceps provoca una elongación forzada de los isquiotibiales.

Contusión: se da cuando el músculo se golpea contra una estructura dura, ya sea por el choque contra otro deportista o contra el suelo. Son muy frecuentes en los deportes de contacto. Las principales manifestaciones clínicas son un dolor difuso, difícil de determinar en un punto exacto, y la hinchazón, por la presencia de edema.

Rotura: Es interesante destacar que algunos autores sólo consideran la rotura parcial -asignando o describiendo un porcentaje estimado de lesión del músculo, ej: 60%-80%- y la total -100%-, mientras que otros subdividen las roturas en microrroturas, parciales y totales o, en función de la gravedad de las mismas, consideran tres grados:

Nico de las Heras corrió con una rotura de isquios durante 17h en los pasados Ctos del Mundo de 24 horas / Copy: Rafa Romero

Grado I: rotura fibrilar. Es la más frecuente. El paciente refiere dolor violento que describe como ‘una pedrada’ y se acompaña de impotencia funcional.

Grado II: Rotura parcial. Es una rotura de un cierto número de haces musculares, pero sin afectar todo el espesor del músculo. El atleta refiere haber sentido sensación de latigazo o pedrada con marcado dolor hiriente superficial o profundo. Existe dolor tanto a la contracción como a la elongación muscular con signos de inflamación tempranos.

Grado III: Rotura total. Igual al anterior, pero con la afectación de todo el músculo. El edema se da rápidamente y el dolor es muy intenso, por lo que el deportista se retira. Dado que la ruptura es total, se puede apreciar un hundimiento en la zona afectada, a esto se le conoce como ‘signo del hachazo’. Lo importante es constatar mediante las pruebas de imagen, el porcentaje de fibras afectadas y así planificar un proceso de rehabilitación.

¿Cómo se diagnostica una rotura?
Comienza con la historia clínica y la exploración. Los síntomas más frecuentes son la aparición de dolor repentino, agudo e intenso -cualquiera que lo haya sufrido alguna vez lo identifica inmediatamente: parece una puñalada-, localizado en un punto muy concreto. Desde el momento en que se produce resulta muy doloroso además de imposible el hacer cualquier movimiento con ese músculo o grupo muscular.

En los casos leves -roturas pequeñas-, el dolor es la única señal. En casos más graves -desgarro de todo un músculo-, se produce también un hematoma bastante aparatoso, debido a la hemorragia interna.

La ecografía puede ayudarnos en el diagnóstico de muchas lesiones, como las de los gemelos y permite descartar otro tipo de lesiones, pero, a veces, no tiene la resolución adecuada en lesiones frecuentes como las lesiones de isquiotibiales o del sóleo. Sería pues la resonancia magnética la prueba de elección para el diagnóstico de este tipo de lesiones, aunque con la mencionada ecografía podría permitir al profesional, comparar con el lado sano o guiar nuestro tratamiento, siempre que localicemos la lesión -por ejemplo si infiltramos plasma rico en factores de crecimiento en la zona dañada para acelerar su curación-.

¿Cómo se trata una lesión muscular?

Fase I : Inicialmente seguir pautas ‘RICE’

RICE: R: rest-reposo, I: Ice-hielo, C: compression-vendaje, E: elevation- elevación, son las cuatro claves (siglas en inglés) que recoge la literatura científica para abordar las lesiones musculares en la fase inicial. Ojo, dependiendo del grado de lesión el tratamiento incluye una primera fase de antiinflamatorios, vendaje compresivo, medidas físicas, hielo, durante las primeras 48-72 horas.

A partir de las 48-72 horas, en los casos en que la lesión y el hematoma es muy importante se suele hacer un seguimiento ecográfico del mismo -antes la ecografía no suele ser significativa y la Resonancia Magnética sería la prueba de elección- y, dependiendo de la evolución, se puede plantear el drenaje parcial del hematoma, para prevenir encapsulamientos y cicatrizaciones que comprometan la función del grupo muscular. También, y lesión sea identificable, se puede considerar la infiltración de PRFC (plasma rico en factores de crecimiento) para acelerar la reparación y regeneración tisular,.

II Fase
También se le conoce como fase de cicatrización o subaguda. El tratamiento en esta fase está orientado a que la cicatrización sea lo más pequeña que se pueda y lo más funcional posible.
Las formas de diatermia profunda aceleran también la reparación de las fibras musculares. A partir de la semana y media o dos semanas, de una forma muy controlada, introducimos ejercicios isométricos, isotónicos, dinámicos y, finalmente, los ejercicios excéntricos y los estiramientos -controlados por el fisioterapeuta-, que han demostrado contribuir a organizar las fibras musculares. Nuestras medidas comienzan a orientarse a que la cicatrización del músculo sea funcional y organizada -las fibras de la cicatrización han de ser longitudinales, en la misma dirección del músculo-. Hay que evitar cicatrices aberrantes e hipertróficas y que la reparación del músculo esté mal estructurada limitando su elasticidad y predisponiendo al deportista a roturas en la misma zona.

III Fase
Reanudación progresiva de la actividad deportiva. También deberán prevenirse nuevas lesiones, realizando correctamente los estiramientos antes y después del ejercicio. En caso de que haya sido una ruptura -parcial o total-, en esta fase se realiza el fortalecimiento o potenciación muscular, ya sea con ejercicios terapéuticos específico o ayudados con electroestimulación.

Núria Picas tras su exitosa operación de tobillo con el que luchó muchísimos años / Copy: Núria Picas

La cirugía solo en casos excepcionales

La cirugía se reserva para ciertas lesiones crónicas que limitan el rendimiento de los deportistas. En algunos casos existen síndromes adherenciales por las cicatrices previas. En estos casos algunas formas de cirugía, como la cirugía ecoguiada ultramínimamente invasiva puede permitir la liberación de estas adherencias o realizar fasciotomías controladas, sin generar un daño mayor al corredor y con periodos de recuperación muy rápidos, al no abrir apenas -incisiones de 1-2 mm sin suturas-ni generar más daño ni fibrosis interna.

¿Cómo prevenir las lesiones de nuestra musculatura?

Lamentablemente y como dicen los estudios, estas lesiones son frecuentes, lo que implica una enorme presión psicológica y social para el deportista aficionado, o de élite, que la padece, y para los servicios médicos especializados. Como norma, se deben revisar cuantos factores intrínsecos y extrínsecos se puedan controlar, para reducir el porcentaje de riesgo de nuevas lesiones. Estos podrían ser algunos:


• Preparación deficiente -entrenamiento-calentamiento-
• Lesiones previas, rehabilitación inadecuada.
• Fibrosis cicatricial.
• Sobrecargas continuadas.
• Exceso de tensión muscular.
• Sobrepeso.
• Enfermedades generales, medicación o dieta inadecuada.
• Alteraciones biomecánicas y de la pisada.
• Falta de trabajo de fuerza y compensación.
El deportista puede necesitar analizar con su equipo médico todos estos factores, para así ganar confianza en sí mismo y alejar el riesgo de recaídas y otros ‘fantasmas’.